Daba valor a las palabras; su significado y la literalidad de las mismas para darse a conocer, para manifestarse, para ser la misma personas en cualquier ocasión, sin dobleces ni oscuridades evidentes, asumiendo la realidad y porqué no, ésa empatía que en muchas ocasiones le depositaba en los sufrimientos menos deseables. Como todo ser humano, cometía otros errores y quizás el más frecuente era la excesiva reflexión sobre las cuestiones, aunque en otras..., se movía por impulsos muy directos y nada le hacía detenerse en las consecuencias que más tarde pagaría y por supuesto asumiría, en cualquier caso, asumír y aceptar era parte de los retos.
Su lucha no era excepcional, como todos los mortales siempre había alguna batalla o muchas..., tampoco importaba ganar la guerra, porque..., qué es una guerra y porqué pensamos que siempre debemos ganarla ? Vestimos una coraza y pensamos que con ella estamos a salvo de todo y de todos, pero no es así, siempre tienen una ligera abertura, una tara que permite que un puñal o una palabra te hiera de muerte o te deje muy maltrecho..; no es preciso blandir un arma para que esto se produzca, tiene los mismos efectos la indiferencia, la falta de sinceridad, la mentira más corrosiva y la pluma más abyecta, todo puede ser mortal; es como el amor que nos envuelve en dulzura para después negar su existencia o mil caricias y entregas apasionadas desde el más detestable de los gozos fingidos.
Hoy, se ha dado cuenta y busca en sus estantes aquella sonrisa perdida, aquella mano que cogió la suya un día de otoño y, aunque sólo sea por sentir y recordar la voz que susurraba pequeños verbos de gran significado.
Lon González.
No hay comentarios:
Publicar un comentario