miércoles, 24 de julio de 2013

MACARRAMUNDI

I/

   Su mirada malévola indicaba de forma palmaria su personalidad, no albergaba ninguna duda y aquella reunión le situaba en el marco perfecto de la maldad, nada podía hacer para evitar el encuentro, había tomado la decisión y era la única forma de acabar con ellos, desde dentro....

   Desde el barrio viejo accedió por una pequeña puerta que de alguna manera pasaba desapercibida al resto; golpeó la puerta un par de veces y transcurridos unos segundos fue abierta por un individuo enjuto y de aspecto siniestro, de piel oscura y de facciones marcadas, en su rosto tenía dibujada una gran cicatriz que obligaba a pensar en qué mundo revuelto se movía; transmitía pavor y una gran inquietud, pensé que dicho pájaro debía rodearse de otros como él.

   Me condujo a través de un pasillo estrecho y sombrío que conducía a un salón decorado al gusto del Conde Drácula o afines a éste; una mesa corrida y muebles antiguos conformaban la decoración de la estancia. Mi bello acompañante hizo un ademán para que me sentase  en uno de los sillones, cuestión que no dude en realizar debido al miedo que me producía el caballero enjuto. estaba, como digo, muerto de miedo, pero en el fondo todo aquel submundo, por llamarlo de alguna manera, me parecía patético y en cierta forma no podía evitar tampoco una risa interna y, eso evidentemente no podía permitir que el caballero casi momificado se diese cuenta, porque, estaba convencido que el movimiento de su cadera al andar, se debía a una pierna ortopédica, quizás perdida en una de sus batallas excelsas de mafia y camorra.

  Me llamó la atención el frío de la estancia y mi cuerpo notaba un cambio de temperatura poco recomendable ( propio de una morgue ), pensaba en la tardanza del jefe de la " cosa" y los efectos de la baja temperatura. Se abrió la puerta y apareció un individuo vestido íntegramente de negro, sus manos eran grandes, como toda su opulenta figura, su enorme cabeza y sus enormes ojos, propios de alguien que a su vez lucía una enorme nariz, también propia de los que están acostumbrados a esnifar sustancias; sus manos vestían un par de anillos de una extravagancia chabacana e insultante ( un auténtico macarra ).


Continuará.......





 

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