martes, 9 de octubre de 2012

Mirándome...

 Caminaba como muchos otros días por las callejuelas de su ciudad, era un camino memorizado, tanto, que podría ir con los ojos vendados y no tropezar con los transeúntes. Conocía a los comerciantes que a primera hora de la mañana abrían sus negocios, distinguía sus olores; café recién molido, pan recién tostado y la bollería que tanto la arrastraba interiormente, el pescadero lanzaba grandes chorros de agua a presión para ordenar la mercancía y el producto recién adquirido en la lonja parecía estar más vivo que muerto, todo un despliegue de olores y sensaciones que cada día vivía, a la misma hora y cada día se sentía parte de todo ello.

  Se preguntaba si ella no era lo que era, si ella no podía faltar entre sus callejuelas qué de alguna manera se daban vida mutuamente; en verano la sensación de los amaneceres con olor a flores y la luz penetrante, orquestada por más de una bandada de pájaros agradecidos que de un árbol a otro picoteaban y transportaban alimentos a sus nidos; en otoño el frescor de las corrientes que desembocaban en la pequeña ciudad, barriendo de norte a sur las calles, un viento sin contrato laboral y eficaz, donde la fiesta comenzada con la caída de las hojas y dejando un paisaje maravilloso qué sin duda producían el efecto soñado de los escritores.En invierno todo adquiría un paisaje protegido por el manto de la nieve y los niños hacían de sus sueños el sueño de todos, un sueño acompañado de otros sueños y realidades, donde una palabra o dos, alcanzaban su plena traducción y su destino.

  Ella se miró y cuando lo hizo reconoció toda su vida y su mundo,ése al que nunca renunciaría..; buscó una mano y sintió el calor bañado de primavera, otoño e invierno.

Lon González.

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