martes, 29 de diciembre de 2015

EL SUEÑO DE JUAN



      Como cada mañana Juan disponía los aperos de labranza, de forma mecánica coincidente con el alba, confidente de charlas y monólogos, amigos de muchas horas y dias.
 . En cada azada mientras cavaba la tierra roturada y mezclaba estiércol se escapaba una frase y un pensamiento, de sol y atardeceres transcurrían sus días, todos sin grandes cambios.
     Tenia el rostro marcado por la dureza del campo, sus facciones dibujaban los surcos de la escarcha y del sol pegado a su piel y  espalda, un hombre joven pero envejecido.
     Juan sabía que la vida que vivía no es la que le habría gustado; no tenia mucha cultura pero sí era capaz de contruir cualquier cosa con sus manos y por supuesto repararlas. .. Su casa estaba llena de muebles y cachivaches qué aunque daban la impresión de no servir para nada todas tenían una función útil. Su vida quedó marcada y trazada por otros; sus hermanos que decidieron abandonarle a su suerte huyendo a la ciudad para algo llamado " futuro", una ironía que siempre quedó enmarcada en la mediocridad de estos y a pesar de ello, nunca regresaron para sumir un gramo de responsabilidad.
    Se hizo cargo de la casa, de sus padres enfermos hasta que fallecieron y  por tanto  de las deudas, todo ello hizo que recibiese inyecciones de madurez de forma prematura.
     Fue absorbido de tal forma  que no tuvo tiempo de invertir en sí mismo, aun así Juan pasaba sus días en una felicidad muy particular; era un hombre sencillo y necesitaba pocas cosas para sentirse así, los amigos del pueblo, las fiestas y beber birras o birritas" - como el las llamaba-un mundo pequeño de inmensas dimensiones porque todo estaba en el puño de su mano, sabiendo que cada día no era muy diferente al anterior y tampoco lo sería el siguiente. Su mundo.
     Pero una mañana Juan decidió no pisar el campo, había tenido un sueño y como todos los sueños, algunos nunca se realizan y otros sí.
     - Había soñado que tenía todos los elemntos para reconvertirse, para iniciar otra actividad en la que él podía sobresalir; poseía una gran casa, con muros de piedra y buenas vigas, también un gran sótano, dos chimeneas, una gran cocina y un patio que serviría para su sueño. Sabía cocinar, aprendió a la fuerza y de tanto cocinar sobrepasó las cuestiones básicas y se adentró en gustos más refinados y de buen sabor, le gustaba el buen vino y se hizo experto, por tanto poseía todo, su voluntad y su sueño.
     Juan decidió transformar su casa en una casa rural, donde podría habilitar no menos de diez habitaciones con su correspondiente cuarto de baño, un gran salón con varios ambientes, cómodo y acogedor, una cocina equipada con todos los elementos para dar el servicio que pretendía y cuidar la gastronimía de la región, un patio para dar espacio a una terraza con vistas a la montaña que en verano haría las delicías de los huespedes y comensales y sobre todo cumplir otro de sus sueños; una gran bodega surtida de los vinos de etiqueta y cosecha valiente y menos pregonada. Se sentía feliz.
     Habló con el Alcalde para obtener los permisos necesarios y pronto comenzó a realizar las obras de adaptación...; transcurrieron seis meses y Juan hizo una gran fiesta para la inauguración ayudado por sus amigos de siempre, éstos formarían parte de sus colaboradores.
     De pie en la puerta de entrada apareció una mujer, Juan se quedó mirándola intentando recordar quien era..; después de unos segundos reconoció Manuela, había vuelto después de algunos años de ausencia. Juan nunca le dijo nada por timidez pero siempre estuvo enamorado de ella. Algo pasó cuando se miraron después de tanto tiempo y supo desde ése instante que ya no se separaría de ella.
     El negocio de la vida y del amor iba viento en popa.

Salva González.

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