viernes, 18 de noviembre de 2011

LA ATMÓSFERA Y LOS SENTIMIENTOS INDIVIDUALES

El mundo del teatro es una auténtica pasión y cuando nos atrapa estamos perdidos, secuestrados a sus caprichos y por consiguiente bebemos su elixir sin importarnos las consecuencias; también hay que distinguir entre las atmósferas y los sentimientos individuales. la idea de una obra representada en el escenario es su "espíritu"; el ambiente es su "alma"; y todo aquello que tiene visible y de audible forman su cuerpo.
Por tanto, no creo que sea erróneo decir que existen dos diferentes conceptos entre actores en lo que concierne al escenario en el cual depositan todas sus esperanzas y donde quisieran que transcurriera la mayor parte de su vida. Para algunos no es otra cosa que un espacio que de tiempo en tiempo se llena de actores, tramoyistas, mobiliario, decoraciones y técnicas; para éstos, todo lo que el escenario posee es únicamente lo visible y lo audible. En cambio, para otros, el pequeño espacio de ese mismo escenario es todo un mundo saturado de una atmósfera tan fuerte, de tal magnetismo que apenas se deciden a abandonarlo luego que la representación ha terminado
En el caso de las atmósferas, no tienen límite y pueden ser halladas en todas partes. En el paisaje, en una calle cualquiera, en la casa, en la habitación; una bicicleta, un hospital, una catedral, un restaurante lleno de ruidos, un museo tienen atmósferas también; la mañana, la tarde, la hora de anochecer, la primavera, el verano, el otoño y el invierno.., todo fenómeno y todo acontecimiento posee así mismo sus atmósferas particulares.
Solo los actores que tienen tiempo, o recientemente lo han adquirido, un amor con todas sus pasiones y una comprensión por esa atmósfera son las que conocen perfectamente bien el fuerte vínculo que se establece entre ellos y el espectador. Envuelto por ella, también empieza a "actuar" junto con los actores. De esa acción recíproca entre el actor y el espectador surge forzosamente una representación teatral excelente. Si los actores, directores, el autor, el escenógrafo y, con frecuencia, los músicos han creado verdaderamente la atmósfera que requiere la obra, el espectador no podrá permanecer alejado de ello sino que responderá con ondas inspiradoras saturadas de cariño y de confianza.
Entonces y, solo entonces, quedamos fundidos por un amor sólido y lleno de esperanzas que no querremos abandonar.

Salva González/LON

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