Desde hace tiempo buscaba una salida a todos sus malos sueños, ésos que hacían interminables las noches y cuando habría los ojos al día siguiente seguían ahí, para recordarle su infinidad de carencias, tantas como sueños inyectados con las ultimas palabras de cada día que, en la mayoría de las ocasiones venían a escribir en su nombre el punto y aparte de cada asunto. Esto venía a producir más cúmulo de ansiedades en el saco de sus sueños; necesitaba la felicidad global por derecho propio, por habérselo ganado, porque nunca nadie le dio un gramo o quizá sí, pero en la balanza de generosidades, ella siempre se entregaba sin reservas y su piel fue la piel de otro y cuando quiso darse cuenta del frío no pudo rescatarla, quedando expuesta y vulnerable.
Ahora está tejiendo una nueva; pero esta vez con pasos más firmes, con decisiones que no debio abandonar, con inteligencia, pero a su ritmo, porque las heridas aún están cicatrizándose y los recuerdos van y vienen y necesita todo su ser para defender su castillo y evitar quedar atrapada en los adverbios menos recomendables; ahora quiere ser el comandante de su vida y dependerá de su navegación para conseguir volver a ser ella misma. Lo conseguirá y, también será consciente de que no estará sola...
Salva González/LON
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